jueves, 17 de enero de 2013

luz invisible

 


luz invisible

Hace poco más de tres siglos, cobijada por estos muros, acaso en esta misma Celda que hoy es contemporánea de nosotros, Sor Juana Inés de la Cruz reflexionaba acerca de la percepción y de la posibilidad o la imposibilidad del conocimiento, dadas las humanas limitaciones. La realidad, o sea la apariencia que nos ofrecen las cosas, ¿no sería acaso una especie de teatro de sombras, algo similar a las imágenes que proyectaba la linterna mágica de Athanasius Kircher, ese primitivo proyector de transparencias inventado por el sabio jesuita?
           
Inmersos en ese espíritu, los artistas que nos congregan en esta ocasión bajo una Luz invisible utilizan el mismo principio para proponer nuevas reflexiones a nivel estético. Las formas plásticas horadan el haz lumínico, y las superficies de la celda se transforman en el lienzo donde en cada caso se plasma de manera inmaterial el claroscuro llevado al nivel más extremo: las sombras mutantes del objeto interpuesto cortadas a tajo por rayos de luz.

La pieza que presenta Isadora Cuéllar es inquietante por su recurrencia: las sombras, que acaso sugieren estilizadas siluetas de personas congregadas, establecen un entramado complejo, se mueven, se desplazan, van y vienen, y sin embargo al repetirse el ciclo vuelven siempre a donde comenzaron, como cautivas de una temporalidad circular de la que no hay escapatoria, pero remitiendo, por otro lado, a los inmutables ciclos de la naturaleza.

Sofía Echeverri, por su parte, consigue sombras cambiantes desde un enfoque más orgánico, partiendo de una suerte de intrincados dibujos escultóricos que sugieren microorganismos en movimiento, en mutación perenne. Aquí las sombras jamás repiten sus formas, ya que los modelos penden cambiando de posición con el aire, lo que propicia una generación de contornos espontánea e irrepetible, acaso una alusión a las formas insospechadas que puede adquirir la vida.

Más centrado en las posibilidades del artefacto como elemento productor de umbrosas arquitecturas, Iker Vicente, por último, concibe a las sombras como líneas de dibujo que entran en animación perpetua gracias a un dispositivo que el artista rescató de una poco conocida inventiva mexicana decimonónica. Esta propuesta remite en cierto modo a los complejos mecanismos que el propio Athanasius Kircher, tan admirado por Sor Juana, concibió para explicarse el universo.

            De este modo, bajo la invisible luz de iluminaciones interiores, tres creadores de intangibles claroscuros proponen cada cual su particular versión de una artística linterna mágica, y juntos transforman esta Celda Contemporánea de nuevo en un teatro de sombras.


Gonzalo Vélez































texto de inauguración

La propuesta de Isadora, de Iker, de Sofía, en la exposición Luz Invisible me hizo recordar aquellos versos de Rilke.

                                               Obscuridad de la que yo desciendo,
                                               te amo más que a la llama
                                               que al mundo pone límites.

El ser humano es un ser privilegiado, es un ser que se conmueve de manera peculiar ante el tiempo, el color, la forma, el silencio, las transparencias, el volumen, la línea, la textura, la sonoridad y la palabra, puede valorar aquello que ve, que oye, es sensible a esa manera de expresar lo mejor que somos. Hay muchas formas de expresión, como hay muchas maneras de ser, pero hay algunos seres humanos cuya expresión permite que nos reconozcamos en la intimidad milagrosa de sus obras, hay seres que nos permiten oír no sólo con los ojos, hay seres que tienen el “don de volver sensible lo impalpable y visible lo incorpóreo", como lo sugiere el poeta. Acaso el arte permite que el ser humano cumpla de la mejor manera su libertad; hace que la realidad aparezca, consuma la apariencia del ser.

Pero el tránsito de lo sensible a lo inteligible no se da al interior de la obra sino en un sistema de signos que encuentran su significación en otros sistemas. Los valores artísticos no son autónomos, construyen siempre una representación sin la cual la obra no significaría. La obra sobrevive gracias a las interpretaciones de quien mira, de quien escucha, de quien atiende, de quien admira; ellas permiten que la obra traspase su propia historia para insertarse en la vida. Esa comprensión no puede ser sino aproximada: un vislumbre. Acaso el artista es algo así como un traductor, aunque la traducción sea una transmutación, una recreación, una tangencia que requiere que el otro mire, escuche, atienda, se conmueva, vibre, se cimbre, reaccione y responda, se admire.

Octavio Paz escribió en Los Privilegios de la Vista que “el ser, es invisible y estamos condenados a verlo a través de una vestidura tejida de símbolos. El mundo es un racimo de signos,  la representación significa la distancia entre la presencia plena y nuestra mirada: es la señal de nuestra temporalidad cambiante y finita, la marca de la muerte. Así mismo es el puente de acceso, ya que no a la presencia pura y llena de sí, a su reflejo; nuestra respuesta a la muerte y al ser, a lo impensable y a lo indecible. Si la representación no es abolición de la distancia - el sentido jamás coincide enteramente con el ser – es la transfiguración de la presencia, su metáfora”.

Así las cosas, yo he de decirles que esta exposición me hizo transitar del Topus Uranus y la caverna platónica, a la vivienda que en su Elogio Tanizaki construye; viajé de Occidente a Oriente, de la belleza aferrada a la luz, al enigma de la sombra,  juego que abre las posibilidades del claroscuro y las modulaciones del tiempo reflejado; exploré el microcosmos y el núcleo de la célula, el afán de Sísifo haciendo girar la minivela o recorriendo el camino inagotable de la esfera, acompañé a segar el árbol para llegar al jardín de los senderos que se bifurcan. Los invito a fluir por esta exposición que propicia el diálogo luminoso, plural y azaroso, que sucumbe y renace a la seducción de la oscuridad rilkeana.


Carmen B. López – Portillo R.
Rectora de la Universidad del Claustro de Sor Juana


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Isadora Cuéllar, Ciudad de México, 1978. Estudió la licenciatura en Artes Visuales en la ENAP, UNAM. Actualmente cursa la maestría en Artes Visuales en la Academia de San Carlos. Ha mostrado su trabajo de manera individual en las muestras: Sinapsis Arbórea en Galería Ramón Alva de la Canal-UV en Xalapa, Veracruz; X Espacio de Arte D.F; Galería Antonio Ramírez, ENAP-UNAM, D.F; y Galería Machado Arte Espacio,D.F (2012). Estructuras para el viento en Galería Cintalapa, 2011, Chiapas. Los territorios de Ariadna, Galería del Sur, Sala Gilberto Aceves Navarro, UAM, México 2007,; Ventanas Interiores, Museo Universitario del Chopo, 2003, México; La-ciu-dad-de-la-sin-ra-zón, Casa de la Primer imprenta de América, UAM, 2001, México, entre otras. Ha participado en más de 25 muestras colectivas en México y el extranjero, como en la Fundación Sebastián, México; Centro de Artes Visuales, Mérida, Yucatán; Guanlan, China; Centro de la Galería Consejo Provincial de las Artes Plásticas, Camagüey, Cuba; Centro Nacional de las Artes, México; Centro Cultural Ex-Convento de Santo Domingo, Chiapa de Corzo, Chiapas; Centro Cultural Jaime Sabines, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; Galería Múltiple, México; The Other Gallery, The Banff Centre, Alberta, Canadá; Museo de Arte Tridimensional, GDF, México; Centro Cultural España, México; Museo Franz Mayer, México; Museo Universitario del Chopo, UNAM, México; Jardín de las Esculturas (IVEC), Xalapa, Veracruz, México, entre otras. Una de sus piezas forma parte del mural colectivo Placas de Artistas en la Provincia de Corrientes, Argentina. Fue beneficiaria de la beca Jóvenes Creadores del FONCA, 2011-2012. Ha sido distinguida con los siguientes premios: 2º. lugar, Premio de adquisición, Arte 40 Televisa, CONACULTA, Centro Nacional de las Artes, México, 2010; Primer lugar, Premio de adquisición, Cerámica Contemporánea “4º Concurso Nacional de Cerámica Tonallan 2009”, Tonalá, Jalisco, México; 1er lugar en el XIV Festival de Artes Plásticas; Quinta Bienal de Pintura y Escultura  del Sureste, CONECULTA, Tuxtla Gutiérrez , Chiapas 2007. También ha participado en dos residencias artísticas: en 2010, en la Fundación Gruber Jez, Cholul, Yucatán, con la Mtra. Gerda Gruber y en 2006 en Banff Centre, Canadá.

Sofía Echeverri, Guadalajara Jal. 1971, México. Su formación es resultado de los siguientes talleres: Taller de Litografía Leonard Codex, Brooklyn, Nueva York, Atellier d´art Chevreuse, dibujo libre, Paris, Francia; Musée du Louvre: Técnicas antiguas y modernas del dibujo, Paris, Francia, Taller-galería Vincent, con: José Fors y  Davis Birks; obra gráfica en el taller de La Ruleta y en la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara,Jal. Ha expuesto de manera individual: inner voice, Leonard Codex Art Assamblege, Brooklyn, Nueva York, 2012; Sofía Echeverri, Galería Jardín, ITESO, Guadalajara, Jal. Células, Haus der Kunst, San Pancho, Nayarit, 2011; sospechosavisión/falsaceguera, Museo de Arte Raúl Anguiano, Guadalajara, Jal., 2010;  Paperwork, galería Traeger & Pinto Arte Contemporáneo, México; Extinción, Café la Gloria,  México, 2005, entre otras. Ha participado en más de veinte exposiciones colectivas en diversas regiones del país, así como en Colombia y Chile. Ha recibido numerosos premios y reconocimientos como: Programa de residencias artísticas, FONCA- CONACYT, en Banff, Canadá; seleccionada para participar en la III Bienal de Artes Visuales de Yucatán, Mérida, 2009; Beca para creadores, Jalisco, México; Mención Honorífica, en Vermont, U.S.A, 2007;  Beca del FONCA para jóvenes creadores en dos ocasiones, etc.

Iker Vicente, ciudad de México, 1975. Estudió la carrera de Artes Plásticas en la ENPEG “La Esmeralda” Su trabajo se centra en el movimiento, las tecnologías rústicas y el humor en lo cotidiano. Teniendo el dibujo como eje fundamental, construye esculturas e instalaciones móviles por un lado, y títeres y artefactos teatrales por otro. Trabaja por igual en espacios de exhibición que en lugares públicos. Su trabajo se ha mostrado en México, Canadá, Francia, España, Colombia y la República Checa. Algunas de sus exposiciones individuales son: Mensajes desde el otro lado del espacio. Galería Eloísa Jiménez, Festival Internacional de Arte contemporáneo FIAC 2012, León, Gto.; Homenaje a Lazlo Lozla, en el Museo de Arte de Sonora, y la Universidad Iberoamericana de León, Gto. 2011; La mejor manera de freír un huevo. Galería Medellín 174, México, 2010;  Fantasías Animadas de Ayer y HoyCasa Purcell, Saltillo Coahuila, 2009; Iker Vicente en El Clauselito, Museo de la Ciudad de México, 2008; Aprende a Crecer, Ballet mecánico reversible con patas y volante, Casa Vecina, 2008; Les Piétons renversants, Action Art Actuel, Saint-Jean-sur-Richelieu, Québec, Canadá, 2006. Las cosas suceden, tercera sinfonía tonta. Celda Contemporánea. Ciudad de México, 2005. Ha realizado residencias artísticas en Canadá, Polonia y Francia. Obtiene la beca jóvenes creadores del FONCA en el área de escultura en dos ocasiones. Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Vive y trabaja en la ciudad de México.






 












Luz invisible

Por Angélica Abelleyra

¿Qué son las sombras sino ese otro rostro de nosotros mismos que repelemos, confrontamos y a veces, sólo a veces arropamos como propio? ¿Es marca, raíz, savia? Presencia tan inasible, misteriosa, maleable y rejega,  ocupa ahora espacios de muchos años en el Claustro de Sor Juana. Es la Luz invisible que tratan de asir, confeccionar, tres artistas contemporáneos: Isadora Cuéllar (1978), Sofía Echeverri (1971) e Iker Vicente (1975).

Con música de Genaro Ochoa, realizada ex profeso, la pieza de Isadora Cuéllar ofrece el movimiento espectral de cientos de piezas cerámicas que alzan brazos y valles, se contonean y levitan sobre los muros y el piso, al paso de dos lámparas de trenes que circundan ese bosque lleno de troncos y tallos. Uno con carrera más ágil sobre la vía; el otro con tránsito lento para configurar ánimas, espectros. Son las Realidades intangibles (2013) que la escultora realizó en colaboración con Hugo Solís para el diseño, elaboración y montaje de ese mecanismo móvil y lumínico.

Un segundo atisbo en movimiento: las Células que Sofía Echeverri (1971) plasma, mutantes,  a partir de sus piezas en acrílico con recortes láser. Flores, arbustos, filigrana de penumbras que enmarca las paredes como un tejido sutil que deja rastro y otorga identidad. Diestra en el manejo de la gráfica, aquellos dibujos orgánicos que elaboró Echeverri en el pasado se transformaron en moldes acrílicos que en su transparencia y opacidad flotan en la sala y giran gracias a un pequeño toque del visitante.  Danza y rodeo, mezcla de apariencias en el yin y el yang, ese juego de dualidad, oposición y complementariedad que da vida a seres, cosas… sombras.

Una tercera huella cierra esta colectiva que nos ha otorgado ya varios destellos durante el recorrido: No me llames iluso porque tengo una ilusión, donde Iker Vicente (1975) le da alma motriz a un hombre que en esencia es puro residuo de lata. Aquí, el espectador da aliento locomotor al personaje a partir de una manivela que acciona el paso del ser-hojalata y de su sombra.

Esta máquina para generar “Movimiento continuo” fue patentada en México por José Antonio Loranca en 1857. En el Archivo General de la Nación, Iker encontró un documento con el diagrama de aquel modelo del siglo XIX y, al lado de Humberto Galicia,  volvió a construir el mecanismo con madera, metal, ruedas, balines, canicas, tornillos y lámparas. 156 años después, resulta una reconstrucción para continuar en la subversión del estancamiento.

Una segunda pieza de Vicente cierra este sendero en penumbras. Se trata de Regreso al suave y caprichoso rebote de las esferas celestes, donde el artista interesado en el movimiento, las tecnologías rústicas y el humor, nos regala una coreografía etérea. Dos parejas de bailarines con cuerpo de alambre, con esencia caótica en un primer acercamiento, adquieren armonía y ritmo cuando su imagen se vuelca en el muro. Quizás, como en la vida, reflejo que lo tangible es menos real que lo imaginado. Los danzantes son alentados a continuar el vaivén con la acción de otros dos conjuntos colgantes, uno que es constelación de pelotas de esponja y el otro, un móvil de pantallas de lámparas. Ballet en tres bandas, maridaje de música y meneo.

Escucho la voz de Lisa Gerrard mientras escribo estas líneas. Desde que recorrí estos muros añejos en la Celda Contemporánea vino a mente la música profunda de quien fue vocalista de Dead Can Dance. Sanvean me conduce a lugares que no conozco. “Soy tu sombra (I’m your shadow)”, se llama la rola. Y esos acordes que me llevan a la incertidumbre, me conducen a lanzar al menos una pregunta, ¿será que lo inasible de los espectros es mera ilusión y esa evanescencia nos da más certezas, seguridad para confiar -confiarnos- a nuestros fantasmas?

Porque, eso sí,  deberíamos de reconciliarnos de vez en cuando con nuestra sombra para saber que podemos desprender algún destello. Tal vez a ello nos ayuda Luz eterna en sus tres versiones.


Angélica Abelleyra, periodista cultural. Es autora de los libros Se busca un alma. Retrato biográfico de Francisco Toledo (Plaza y Janés, 2001) y Mujeres Insumisas (UANL, 2007). Es co-curadora de la exposición Vivir en la raya. El arte de Rogelio Naranjo, en exhibición en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (UNAM) hasta julio de 2013.